Su nombre recuerda a un viejo aparato mágico que no sabes muy bien para lo que sirve, pero su labor es imprescindible y abre caminos de un futuro mejor para todos. Se llama Ceapat, nació el 7 de abril de 1989 como centro dependiente del Imserso y este mes celebra su 30 Aniversario.

 

En 2006 subió un peldaño al pasar a formar parte de la red de centros de referencia estatal con la Ley de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia. Estos centros permiten el intercambio de conocimiento, la formación de profesionales y la prestación de servicios. Y, además, tienen un valor añadido al fomentar la cohesión entre las distintas comunidades autónomas. 

 

El Centro de Referencia Estatal de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas (Ceapat) tiene como objetivo trabajar en beneficio de los derechos de las personas con discapacidad y las personas mayores a través de la accesibilidad, los productos y las tecnologías de apoyo y el diseño pensado para todas las personas. 

 

Su trabajo y esfuerzo diario en estas tres últimas décadas alcanzan un resultado práctico en nuestras viviendas, los equipamientos y los servicios, y todo gracias a una participación activa de los propios usuarios hasta convertir el centro en una referencia mundial como así lo demuestra su intensa participación en foros nacionales e internacionales.

 

El centro también fomenta la I+D+i en materia de accesibilidad con unos avances permanentes en esta materia gracias a su equipo especializado en arquitectura, ingeniería, psicología, logopedia, terapia ocupacional, documentación e informática. Sus talleres son verdaderos lugares de ebullición de ideas puestas en práctica. 

 

Una ebullición permanente de publicaciones, catálogos de productos, blogs y redes de información de este centro que pretende cambiar el mundo para conseguir una sociedad más incluyente, con una continua inmersión en la innovación.

 

Y todo ha sido posible gracias al esfuerzo y dedicación de sus tres directores en estos 30 años del Ceapat, tres visionarios de lo que estaba por venir. El primer director que empujó el proyecto fue Pablo Gil, quien entre 1989 y 1994 lo puso en marcha en los duros inicios del centro. Cedió el testigo a Cristina Rodríguez-Porrero, una extraordinaria directora durante 20 años (1994-2014). Por último, Miguel Ángel Valero ha aportado su espíritu emprendedor y dinamizador de la institución desde hace cinco años. 

 

Una plantilla de lujo que ha sabido formar equipos y celebrar ahora un futuro que tiene como objetivo caminar en una línea sin pasos atrás en la inclusión de todos. ¡Felicidades!!!!